Alto al tiempo

Alto al tiempo
Estamos viviendo una época sin precedentes que nos ha sorprendido a todos, jamás pensamos en hacer este alto en nuestras vidas, la cotidianidad ha sido quebrada por un virus que parece no detenerse y que nos ha puesto a cada uno en su lugar: a vivir la verdadera condición humana, a hacer conciencia de que somos seres mortales, pues hay una serie de acontecimientos biológicamente determinados que son comunes a la mayoría de las personas y la manera en que reaccionamos o hacemos frente a esos acontecimientos, constituye esa verdadera condición.
 
Esta realidad nos hace regresar a nuestros hogares, a aquellas casas que parecían hoteles en los que coincidíamos para compartir algún alimento, alguna actividad o quizás un momento, es decir, cosas “sin importancia”; triste realidad. Hoy los hogares sí lo son, han regresado a su origen, sus miembros vuelven a mirarse a los ojos, a convivir, a escuchar, a platicar, a preguntar, a disfrutarse, incluso alguno se ha atrevido a pedir turno en la cocina para preparar lo que siempre quiso hacer con sus propias manos. Más allá de pensar en todas las consecuencias que esto traerá, es muy valioso resignificar el verdadero sentido de nuestra vida viéndolo con los ojos del corazón; y para muchos parecerá todo un reto. Tener demasiado tiempo es algo que no se escuchaba en la voz del papá, de la mamá, de los hijos que se aburren; ahora todos colaboramos en casa porque no hay clases extracurriculares, no hay a donde ir, no nos esperan en ningún lado, podemos observar más; ayer mi hijo me decía: «Má, ¿desde cuándo este mueble de la casa cambió de lugar, que no estaba del otro lado?», ¡sorpresa, siempre ha estado ahí!, pero como nunca nos sentarnos a platicar en ese espacio de la sala, no lo había notado. ¡Qué tal!
 
Escuchaba hace rato una frase que me llenó de alegría: «Los frutos de la luz son la bondad, la santidad y la verdad, porque todo lo que es iluminado por la luz se convierte en luz», me pareció muy alentador el mensaje. Renglones arriba mencioné que tenemos una condición humana, pero no lo digo en sentido limitativo, por el contrario, fuimos creados para vivir en la luz que llena de gozo todo lo que nos rodea, hemos sido hechos para disfrutar lo que nos es concedido por la simple razón de estar viviendo esta situación, nuestro resplandor se nota siempre en donde nos paramos y nos damos a los demás; es muy cierto que lo que sucede ahora es una realidad dura y trágica, pero se nos está dando una fuerte lección: el tiempo es oro, es un obsequio del que todos hemos abusado. Hoy en día es común que hablar de tiempo significa ir contra reloj, hemos dejado de valorar todo aquello que nos enriquece como seres humanos. Hay personas que quisieran contar, no sólo con los 86,400 segundos que tiene un día, sino que las 24 horas se pudieran extender para seguir a pesar de su propia salud, tranquilidad y capacidad física; no advierten que lo que están consiguiendo es un corazón endurecido por no apreciar lo verdaderamente valioso y exponen su vida cada vez con más agitación por las falsas expectativas de quien no ha sabido disfrutar su paso por este mundo.
 
Este ¡alto al tiempo! es una oportunidad para volver al principio, para mirar la majestuosidad del espacio que nos rodea: la Tierra se está dando un respiro, hemos visto cómo el orden está regresando y otra vez brillan los colores del agua, de nuevo vemos animales que hacía mucho estaban exiliados por vehículos y por la prisa de muchas personas caminando.
 
Todo lo que ahora estamos viviendo terminará, llegará a su fin, quizá algunos ya no estén, pero si nosotros lo superamos contemplemos y admiremos más el regalo que se nos ha dado. No dejemos de escuchar las recomendaciones que se nos hacen para sobrellevar esta contingencia, pero lo más importante es que logremos aquilatar el tiempo que sí tenemos. Hoy, en esta parada, en este observar un reloj, disfrutemos no tener que correr, gocemos cada espacio, cada lugar, cada persona, las sonrisas, el agua que corre por nuestro cuerpo cuando nos bañamos, el aroma de un café que podemos tomar sentados en la cocina, compartir una conversación, mover esto y aquello de nuestra casa, incluso las desavenencias; porque eso, eso es vivir siempre con el tiempo a favor.
 
Brezy López
Especialista en Persona, Matrimonio, Familia y Vida.