La mujer con valores en el ámbito laboral

La mujer con valores en el ámbito laboral

Según datos de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social, en el primer trimestre de 2019 en nuestro país, un 39% de la población económicamente activa somos mujeres, lo cual corresponde a cerca de 22 millones.

Independientemente de la actividad que desempeñes, puede que seas una mujer con una posición dentro de una empresa, o tal vez seas una mujer emprendedora, dueña de tu propio negocio, para ti, es este artículo. Expondré cinco valores que he considerado como básicos para quienes, en el entorno laboral, estamos desempeñando un valioso papel.

Para abordar estos valores humanos, primero daré una breve definición, enseguida un ejemplo, posteriormente algunas recomendaciones para implementarlo y cerraré cada valor con creencias falsas que obstaculizan su desarrollo.

Y ¿cómo los definimos? Los valores humanos son convicciones que determinan, orientan y guían el comportamiento de una persona, sus aspiraciones, intereses y su conducta en la sociedad. Puestos en práctica nos hacen crecer como personas.

Les comparto que, en mi familia, la honestidad desde niños se nos recalcó constantemente; así fuera un borrador mordido, decía mi mamá “tiene dueño, dáselo a la maestra”. Pues iniciemos con este valor.

Honestidad. Se refiere a la rectitud en el modo como se conduce la vida. La RAE (Real Academia Española de la Lengua) dice que es una cualidad del que es recto, razonable. Ser recto implicaría esforzarse en que más actos sean honorables, dignos e imitados como evitar pasar por encima de otros o incluso hacer buen uso de bienes ajenos. La honestidad nos mueve a actuar con la verdad, ser transparente y auténticos.

En este sentido, hay personas que saben hacer su trabajo (están capacitados), pueden hacer su trabajo (han tenido un entrenamiento) pero “no quieren hacerlo bien” Y surge la pregunta para reflexionar ¿Somos auténticos en nuestra forma de ser y actuar? La honestidad en mis actos y en mis palabras deben estar presentes siempre. Es como cuando se dice “Yo hago como que trabajo porque ustedes hacen como que me pagan” Al no estar de acuerdo con un sueldo pues trabajo según lo que considero, es recíproco a la cantidad recibida.

Si actualmente laboras en una empresa y esa es tu forma de pensar, invirtamos los papeles y hagamos un ejercicio: Imagina que eres el dueño de la empresa, ¿contratarías a una persona como tú? ¿Te consideras digna de confianza? La ética laboral invita a los colaboradores a seguir los lineamientos y seguramente eres una persona honesta, pero que pasa, si ves que alguien no lo hace y te callas… te vuelves su cómplice. Investiga las formas de denunciar abusos sin que esto, ponga en riesgo tu integridad.

Para trabajar el valor de la honestidad, van algunas recomendaciones:

1. Evitar presunciones; deja de compararte con los demás.
2. Recordar: Tan solo se necesita una mentira, para poner en duda todas las verdades.
3. Incentivar esta frase en familia: “En casa no se pierde nada”.

Algunas ideas que no ayudan o creencias limitantes: “El que no tranza, no avanza”, “Yo robo poquito, otros roban más”, “Di que estás enferma y no vayas a trabajar” Por frases y conductas como estas no nos sorprendamos de ser uno de los países más corruptos del mundo.

Gratitud. Es un valor que profesa, el que bien recibe porque valora lo que le es otorgado. Derivado de la virtud cardinal de la justicia por lo que hay correspondencia entre quien otorga a otra persona algo bueno y recibe a cambio, estima por lo recibido con acciones o palabras.

Asumir que cuando se hace un favor, se merece recompensa, es un error. Sin embargo, es una añadido de perfección a quien sabe agradecer y corresponder. Muchos problemas o malos entendidos en las organizaciones, surgen por esta falta de reconocimiento, con la creencia de que “es su obligación o para eso le pagan”. Hagamos de los reconocimientos verbales, una práctica común: bien hecho, gracias por tu apoyo, lo hiciste muy bien.

¿Cómo se aprende la gratitud?

1. Observando e imitando las consideraciones que tienen algunos hacia los demás.
2. En familia se vive este valor en un ambiente de comunicación donde se explica por qué hay que ser agradecidos.
3. Aplicar lo que dice Santa Teresa de Calcuta: “Las palabras amables pueden ser cortas y fáciles de decir, pero sus ecos son realmente infinitos.»

Las falsas ideas o creencias limitadoras: “Nadie da paso sin huarache” (no voy a aceptar lo que me dan porque seguro me van a pedir algo a cambio), “Nunca quedas bien” (mejor no me ofrezco en hacer favores).

Humildad. Tiene su raíz en la palabra humus que es “tierra”. Ser humilde entonces es estar a ras de tierra, es decir ni por encima ni por debajo de ella. Consiste en conocer las propias limitaciones y debilidades y actuar de acuerdo a tal conocimiento, así como asumir las fortalezas sin vanagloriarse. En términos modernos implica conocerse, tener un concepto claro de sí mismo y respetarse. Recordemos que el valor de ser mujeres no está en los títulos académicos, ni en la ropa que vestimos, sino en el propio ser persona.

Si pretendes que tu apariencia, el respaldo de la universidad o tu promedio sean suficientes para ser elegida para un puesto de trabajo, no es así. Requieres demostrar ser la más apta para desempeñarlo. Ser humilde entonces, es la ausencia de la soberbia. Cito nuevamente a Santa Teresa de Calcuta: “Si eres humilde nada te puede dañar, ni los elogios, ni la vergüenza, porque sabes lo que eres.»

Te recomiendo ampliamente la película “The Joneses” o “Amor por contrato” (así se tradujo al español) del año 2009. La historia es una oportunidad para tomar conciencia de qué tanto estamos siendo cómplices de una propuesta social basada en el consumo y las apariencias.

Para vivir cotidianamente este valor, hay que:
1. Brindar herramientas que enseñen, desde niños, a no pretender ser superiores a otros.
2. No aparentar lo que no se tiene.
3. Compartir lo que Dios nos ha dado, por ejemplo, practicando las obras de misericordia corporales y espirituales como: dar de comer al hambriento y enseñar al que no sabe.

Las frases que no ayudan a vivir la humidad son: “Aquí mis chicharrones truenan”, “A mi nadie me va a decir lo que tengo que hacer” y una muy usada por nosotras “Antes muerta que sencilla”.

Respeto. De acuerdo a su etimología, la palabra proviene del latín Respectus que significa atención, consideración. Esto implica ser cuidadosos, estar atentos a la comprensión y aceptación de los demás. Mas no solamente personas sino incluso a los bienes o recursos provenientes de la naturaleza haciendo un uso racional de los mismos.

Si bien es cierto, ser respetuoso es dejar actuar, pero procurando buscar el bien del otro. Si tengo conocimiento de que alguien está haciendo algo incorrecto, se lo hago saber porque de lo contrario soy indiferente.

Acordemos también que el respeto se gana, no se impone y es un valor de reciprocidad: ¡Te respeto y espero lo mismo de ti!

¿Cómo vivir el respeto?

1. Comprender la personalidad de cada integrante y aceptarla, tanto en mi familia, trabajo, equipo.
2. Retroalimentar constantemente a las personas que me rodean para que se den cuenta de quienes son, lo que hacen, incluso cómo pueden mejorar.
3. Buscar lo positivo de las personas y no criticar lo que no se conoce.

Frases que no ayudan o creencias limitantes sobre el respeto: “Cada quien su vida”, “ojo por ojo diente por diente” y “no me gusta el chisme, pero cuéntame todo con detalle”.

Lealtad. Según su etimología, es cumplir con las leyes o normativas. Esta palabra nos lleva a aceptar vínculos, supone tomar la decisión de mantenerse en un lugar o estar con alguien porque se quiere, sin buscar ganancias secundarias.

La lealtad permite que las personas actúen con congruencia respecto a la palabra dada o simplemente tomar conciencia sobre lo que se dice y cumplirlo.

Una mujer leal, antepone el honor (dignidad, buena reputación) a la conveniencia y su actuar es constante y firme. Por consiguiente, la lealtad no tendría que subordinarse a la utilidad, ni a la conveniencia, se profesa a una ley, principio o persona con la que se ha contraído un compromiso. Si tienes un cliente y le faltaste en una promesa, ¿te volverá a creer?

Recomendaciones para vivir la lealtad:

1. Cumplir las promesas.
2. Atender las normas, la autoridad, los compromisos.
3. Demostrar que confías en las personas y pueden colaborar contigo.

Falsas creencias sobre la lealtad: “El honor a la palabra, ya paso de moda”, “Las reglas se hicieron para romperse”, “Si lo dije, no me acuerdo”. ¿Qué es la deslealtad? Es traición y es tan terrible que ha terminado incluso con vidas. Hay una frase que dice: La sangre te hace pariente pero la lealtad, te hace familia. Trabajemos pues este valor que nos lleva a vivir con amor.

Concluyo diciendo que cada año aumenta la cifra de mujeres que se suman al ámbito laboral y nuestra influencia positiva, puede marcar la tendencia en las empresas a regirse por acciones encaminada hacia el bien común y no por prácticas meramente egoístas y económicas. Vivir los valores es tarea de todos los días, a todas horas; deben verse reflejados en todos nuestros actos y será maravilloso mujeres, a partir de hoy ponernos esta meta: “No debemos permitir que alguien se aleje de nuestra presencia sin sentirse mejor y más feliz.» Santa Teresa de Calcuta

Mtra. Adriana Gozuh
Maestría en Ciencias Humanas